sábado, 3 de noviembre de 2007

EL QUE SABE, SABE. Y EL QUE NO ES JEFE


Aún existen personas que no comprenden que las libertades son individuales, que las personas tienen derecho a disentir y opinar sobre actos, hechos y formas de proceder de las estructuras sociales e institucionales donde ellos desarrollan su vida.

Los discursos reiterados de memoria por quien -por formalidad organizacional-, desempeña un puesto de jefatura , sólo muestran que el rol que juega institucionalmente le va quedando grande. El dilema para las jefaturas medias, al crearse un sindicato, es que éste exige de ellos una constante instrucción en las leyes laborales y sociales, del acontecer nacional y de otros aspectos para los cuales los mandos medios con su escasa preparación y su limitada lectura se ven sobre exigidos; no saben como abarcar la problemática que les impone las organizaciones de trabajadores.

Por sus costumbres del mínimo esfuerzo y mínima instrucción intentan hacer ver a los sindicatos como instituciones casi guerrilleras y terroristas. Esto debido a que las organizaciones de trabajadores llevan a transformar los cargos que ostentan estos personajes enquistados en las empresas, en trabajos de mucha preparación, donde el aprendizaje de discursos de memorias sólo sirven para un momento y aumentan la desconfianza de sus subalternos, ; pues, lo que no quieren es lo que necesitan tanto funcionarios como organización: personas que den credibilidad, confianza y que su información tenga contenido y no una perorata aprendida de memoria. Seria mejor para los directores contratar loritos que repitan lo que ellos expresan a quienes aportan la fuerza de trabajo, el costo seria mas bajo.

A este tipo de jefatura les conviene contratar funcionarios que tengan un grado de coeficiente intelectual bajo, que sólo se remitan a cumplir sus exigencias sin entrar en tanto juicio, el pensar se ve como un riesgo, al estilo de Orwell 1984. Se ha escuchado de sus bocas salir expresiones tales como: “ usté fue contratado para trabajar no pa´pensar”, como si fuera la expresión más filosófica que pudieran decir, al igual que la otra bien famosa “ yo me salvo a mí mismo” .














¿Cómo pueden llegar a cargos así? Para muchos es el mal de Chile, los pitutos o los favores concedidos, el sentido de falsa lealtad y soplonaje, estas última legado del gobierno militar que estableció el “acuseteo” como una cosa institucional “que daba bonos de lealtad a quien lo hiciese”. No importaba la instrucción o preparación de la persona o su capacidad de liderazgo, sino que su habilidad para “informar” a los superiores de las actitudes de los otros; estos oscuros personajes han obtenido puestos para los cuales no se encuentran preparados, y curiosamente la instrucción que logren de poco les puede servir debido a que en ellos priman los conceptos del capataz durante la era del patronaje y los latifundios . Tanto así que las evaluaciones de los funcionarios se hace -en ciertas organizaciones-, sin comunicarles nada a ellos. La ley no corre ni vale, para ellos si los jefes dicen “ que las leyes fueron echas para romperlas” , la aplican como si fuera instrucción y repiten el lema como si fuera de una profundidad filosófica que admira a los que simplemente obedecen










Necesitan de personas a su alrededor que los adulen y admiren, que les digan lo inteligente y capaces que son, pero en la realidad son carentes de todo, requieren de lo material para ocultar lo que en el fondo de su alma existe ; su religiosidad es vana y fetichista, necesitan arrimarse a cosas para existir, solos se enferman.


No comprende que debe y tiene que entender que cada persona tiene su opinión, que debe saber escuchar y opinar, debiendo respetar el sentir de quien esta expresándole algo.
Olvidan que los roles de los cargos estipulados por contrato exigen un compromiso de derechos y deberes recíprocos, esto está formalizado por ley (para ello es la ley del trabajo). Creen que la palabra de sus superiores y los mandatos aunque sean transgresores de la ley, son ella misma.



Su conformación cerebral no concibe nada más que aferrarse a uno u otro bando dependiendo quien ejerza el poder, son rojos cuando el líder es de ese color y son azules cuando sus superiores lo son, no tienen opinión personal, sólo viven, caminan, comen y repiten los discursos de otros sin detenerse ni siquiera a pensar. No comprenden que el trabajo tiene un contrato y que este es un compromiso establecido por la empresa y el trabajador, donde este último se compromete a realizar un determinado trabajo por una remuneración más o menos justa y con el respeto que las leyes expresan para el bienestar de organización y trabajador.



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